Capítulo 11
Miércoles, 23 de enero de 2013
-Alicia, ¿estas despierta?- me susurró mi
padre al oído.
-¿Álex?- dije mientras le miraba a mi padre.
Aún no había reaccionado, estaba en un estado qué no llegaba a reconocer a
nadie. Seguía en mi sueño, en mi precioso su…
-¿Pero qué…?- dije asustada, frotándome los
ojos y asustada.
-¿Ocurre algo, Alicia?- me dijo el doctor
mientras me tocaba la frente para ver si tenía fiebre.
-No… Lo siento, ha sido un acto de reflejo.-
contesté mientras parpadeaba los ojos para intentar ver todo con claridad. No
quería pensar que fue un precioso sueño…
Álex era mi amigo, un nuevo amigo que
había conocido, pero algo me decía que me podía atraer o… simplemente lo decía
yo. Me desmayé al oír la palabra ‘bipolar ‘y en el desmayo me entró el sueño.
Qué pena que los sueños no se hagan realidad ¿no? Aunque… Mirándolo desde el
lado negativo, si los sueño se cumplieran, las pesadillas también… Aunque dudo
que peor pesadilla que mi vida, no hay otra.
Estuvieron hablándome y diciéndome todo. Me
aclararon que la que tenía bipolaridad era María, por un lado me lo imaginaba…
No hacía más que cambiar de opinión cada segundo… pero pensaba que eso era la adolescencia
y sus hormonas o yo qué sé. Lo que no me habían contado fue lo que yo tenía… Supongo que no sabían lo que
tenía, aunque tuviera en la cabeza una brecha enorme, me dijeron que me tenía
que hoy era mi último día ahí. La verdad es que con la tontería de la caída de
bici, no tuve la oportunidad de contar lo de mi expulsión y solo me quedaba un
día de expulsión…
-Alicia, tienes una visita.
-Sí, que pase, por favor.- le contesté a mi
doctora, Laura.
-Hola… Me enterado de tu caída y he venido en
cuanto he podido. ¿Cómo te encuentras?
-¿Qué haces tú aquí?- le pregunté a Josu. Sé
que debería alegrarme, bueno, no sé, estaba muy confusa. Pero tampoco me
esperaba su visita… Me esperaba la de Álex, no sé, un ‘lo siento’ le habría
quedado de puta madre, ya que mi caída fue por el disgusto de verle con Paula…
-Bueno pues… Venir a verte. Tenía ganas de
verte y encima me enteré ayer a la noche por las redes sociales que te caíste y
bueno… - me respondió mientras él agachaba la cabeza. Me encantó el detalle de
las rosas y sobre todo el detalle de venir a verme…
-Pues… muchas gracias de veras. Gracias por
preocuparte y venir a verme. Para mí ha sido un detalle bastante bonito, de
veras. – le respondí mientras le sonreía.
-Me encanta cuando sonríes. – me dijo
mirándome a los ojos. No me esperaba que esas palabras salieran de su boca y
menos en estos momentos.
-Bueno… - dije mientras agachaba la cabeza y
miraba para la ventana para quitar ese incomodo momento.- ¿Tú no deberías de
estar en clase?
-Debería, pero las dos primeras horas hay
examen de Literatura española y geografía, y yo ya he hecho los exámenes de
esos dos temas el trimestre pasado y ahora no tengo que hacerlo. Entonces he
venido aquí y bueno, eso.
-¿Literatura española? ¿Cuándo hemos dado
eso? – dije confusa. Me estaba alegrando de la ex pulsación, si no llega a ser
por ella estaría haciendo el examen…
-Pues a principios de curso Alicia, ja, ja,
ja ¿ya no te acuerdas o qué?
-Pues no, ja, ja, ja. Debes de darme clases
ahora mismo eh. – le respondí. ¿Por qué dije eso? Ni idea. Pero me salió al
momento… Aunque él sonrió y asintió con la cabeza, así que eso no quiere decir
nada malo.
-Dices de mi sonrisa, pero la tuya… - le
dije. Vale, esa vez sí que me había pasado.
-¿Vas a comparar mi sonrisa con la tuya? Mírate
bien, eres preciosa y tú sonrisa encima ayuda en ello.- me respondió mientras
se acercaba a mí. En realidad tenía ganas de besarle de nuevo, y verle tan
cerca de mí hizo inclinarme hacia él y…
-Kaixo! Egun on pitxina!
Se abrió la puerta y resultó ser Nahikari.
-¡Ostras! ¡Lo siento! Creo que he venido en
un mal momento… - dijo mientras abría otra vez la puerta para marcharse.
-¡Que va! Si él me estaba enseñando… ¡su
nueva encía! – le respondí a mi prima. Dije una tontería y sabía que no iba a
creérselo, pero bueno, por intentarlo no iba a perder nada. Josu me miró con
cara sospechosa cuando dije lo de la encía, y yo me reí.
-Bueno, entonces me quedo. Hola, soy
Nahikari, prima de Alicia.
-Kaixo, ni Josu naz eta Aliciaren laguna.
-Zuk ere berba egiten duzu euskaraz? Ezin dut zinetsu!
No entendía ni una
mierda de lo que decían, era verdaderamente raro, supongo que el nombre ‘Josu’
es vasco y entonces sabía euskera.
-Ja, ja, ja, Alicia, ¡Josu es vasco! ¡Qué alegría
encontrarme a un vasco por aquí! - me dijo Nahikari. Yo estaba alucinando. No
sabía ni qué decir.
-Bueno, chicas… Os dejo solas. Un placer
haberte conocido Nahikari, y cuídate Alicia, recuerda la tarde de estudio que
nos queda…- dijo Josu después de darme un beso en el moflete. Cómo me gustó el
puñetero beso.
-Bueno, Alicia… ¿Qué es eso de que sufres
bulimia?
-¿Perdón? ¿A qué viene eso?- le respondí a mi
prima confusa. No tenía ganas de la misma charla de todos los días.
-Tú eras una chica que comía de todo y que
vivía para comer. Te encantaba todo y sobre todo jamás dejabas de comer. ¿Qué
te ha pasado?
-Empecé a sentirme gorda y ya está. No quiero
hablar sobre esto ¿vale?
-No, no me vale. Esto no es un tema de un día
para otro. Es un tema grave.
-Mira Nahikari, mi mejor amiga sufre
anorexia, fuma porros y encima esta con unas chicas que ni le hacen bien.
Intento hablar con ella pero no se deja. Ella sí que necesita una charla de
estas y no yo.
-Pero a mi tú mejor amiga me da igual, a mí
me importas tú.
-¡Pues a mí me importa la verdadera historia
de mi madre y aquí estoy! ¡Confusa! ¡Sin saber qué hacer ni nada! ¡Llorando día
tras día para volver a verla y me es imposible porque murió de cáncer!
-¿Pero no murió en un accidente?
-Mira, lee esto… Eres la única persona que lo
va a leer, solo lo sabemos tú y yo esto.- le respondí mientras sacaba una caja
de debajo de la cama del hospital. Ahí tenía guardada la carta de mi madre,
aunque aún no tenía asumido la tragedia. Nahikari mientras la leía me estaba
abrazando y por medio se le caía una lágrima qué otra.
-Buenos días, guapísima.- me dijo otra vez
Laura la médica mientras me traía el desayuno. Al ínstate guardamos la carta
para que no preguntara sobre ella.
-Buenos días, Laura. – Le dijimos las dos
mientras le sonreíamos para disimular las lágrimas.
-¿Y esas caras? ¿No veis el día hace? Anda,
por favor, sonreír.- nos dijo mientras se acercaba hacía nosotras para darnos
un abrazo de buenos días.
-Es que hemos recordado viejos tiempo y
bueno… ya sabes.- le respondió mi prima.
-Bueno, Nahikari. Creo que va siendo hora de
irte, tiene que comer tranquila Alicia y encima están esperando abajo en la
calle más gente para ver a Alicia.- le dijo Laura a Nahikari mientras Nahikari
me daba un beso en la frente.
-Adiós, prima. Cuídate ¿sí?
-Aquí estaré.- le respondí mientras hacía un
gesto de despedida con la mano.
Entonces, me quedé sola. Cogí mis auriculares
y mi IPod y puse You're beautiful de James Blunt. Esa canción me hacía recordar
todo lo bueno qué he pasado en esta vida, pero también lo malo. Me acordaba de
mi madre, pero también llegue a recordar a Álex. Y de Álex, a Paula… Qué buenos
tiempos eran con Paula, todas esas risas qué no echábamos, todos los momentos
vividos, no sé… confiaba muchísimo en ella y por mucho qué el tiempo cambie, y
las personas también, de alguna manera u otra no podía parar de quererla. No
podía verla llorar y no ir a donde ella. Estaba en un pozo sin salida, estaba
metida en todos los sitios donde jamás la iba a ver. La necesitaba, de alguna
manera u otra, la necesitaba. Y todos los momentos vividos, ¿dónde se han quedado? Desde luego que se los
habrá llevado esa cantidad de humo que echa de la boca cada vez que fuma. Tantos
hermanos falsos que fallaron en las malas… Y
solo digo que nunca quise hacerle daño, pero todo se nos fue y aunque ahora
somos como extraños yo jamás la olvidaré… Qué habrá sido de ella… Aunque de una cosa
estoy segura… Soy lo que soy por nacer donde he nacido. Y ya pueden venir mil
tormentas, que siempre sale el sol y yo nunca dejo de sonreír.
El reproductor de música cambió de canción y
automáticamente empecé a oír La respuesta no es la huida de Maldita Nerea. Oh,
Maldita Nerea… Ese grupo tenía unas canciones con unas frases que te hacen
pensar y no poder dormir. ‘No todo está perdido…’ y qué razón. No todo está
perdido… ‘Y aunque ahora el mundo gire en otra dirección, eres tú quién le da
sentido…’ Haz lo que dice tu dormido corazón, no todo está perdido…’
Se me cayó la lágrima por segunda vez… Asique
decidí levantarme y dar una vuelta por el hospital. Estaba claro que no iba a
desayunar. Entonces cogí mi IPod, abrí la puerta y me fui. Por el pasillo veía
como en la pared estaban pegadas pegatinas enormes qué ponían frases. ‘Lucha
por tus sueños, pase lo que pase, pero no dejes de hacerlo. Soñar es el camino
a la felicidad.’ ‘Deja ya de soñarlo y comienza a conquistarlo; si se da, bien;
si no, a olvidar y seguir adelante.’ ‘Todo el mundo quiere felicidad sin dolor,
pero no se puede tener un arcoíris sin un poco de lluvia.’ Y entonces se volvió
a cambiar de canción, esta vez ¿no podíamos ser agua? De Maldita Nerea, otra
vez. ‘Y aunque me canse y vengan miles de días grises…’ ‘Me suena grande, los
imposibles también existen…’ Y de repente me oigo unos pasos de velocidad que
se van acercando poquito a poco hacia mí y…
-¡María! ¡Qué alegría verte! ¡Qué bueno
tenerte!
-¡Buenos días, preciosa! ¡Qué ganas tenía de
verte! Me asusté muchísimo anoche, ¿qué te pasó? – me dijo mientras me abrazaba
y me besuqueaba la cara.
-Bueno, la noticia me fue grande y me desmayé
y luego pues me dormí. Fue un día bastante largo y se me acumuló todo y bueno…
Y tú qué, ¿Qué tal llevas lo de la bipolaridad?
-El doctor me ha vuelto a hacer pruebas y…
Tampoco sufro una bipolaridad de las grandes. Estoy empezando, pero de momento
es una hipótesis.- me dijo mientras sonreía. La verdad, es que ver esa sonrisa
me hacía ser otra. Perdí a Paula, pero esta estuvo ayudándome después de todo y
bueno… Se lo agradezco muchísimo, aunque a veces me ponga histérica.- Por
cierto, te busca tu padre, no está muy alegre la verdad, por no decirte que
está llorando…
-¡¿Qué?! ¡Qué le
pasa! ¿No le has preguntado?- le respondí asustada.
-Hombre, he supuesto que era porque estábamos
las dos en el hospital.- su respuesta me relajó. Tenía razón, seguramente iba a
ser por eso.
-De todas formas, ¿dónde está?
-Abajo con el abuelo de Álex.
Álex… Álex…
-¿Esta Álex?- dije mientras sonreía.
-No.
-Joder… Voy a darlo todo por perdido…
-¿Qué pasa, Alicia?
-Nada, me marché el otro día y no he vuelto a
saber nada de él. Pensaba que iba a venir a verme, la causa de mi caía fue por
él, bueno, más o menos…
-¿Te tiró de la bicicleta y luego huyó? Qué
fuerte…- me respondió mientras se tapaba la cara.
-¡María, por favor! ¿Cómo me va a tirar y
luego encima huir?
-No me sorprendería la verdad...
Su respuesta me dejó parada. No sabía que responder a eso. No sabía que María tenía una mala impresión sobre Álex.
-Me voy a buscar mi padre, hasta luego,
pequeña.- le dije mientras me alejaba del pasillo y me dirigía a la entrada del
hospital donde estaba mi padre. Por el camino vi a mogollón de gente herida:
uno tenía la cabeza vendada y el ojo hinchado; otro tenía el hueso del codo
salido y la nariz torcida; otra sangraba de la cara y le faltaba un pie… Me
faltó poco para vomitar… Y empecé a correr, no quería seguir viendo a gente así
y bajé las escaleras y ahí estaba mi padre. Seguía corriendo y al acercarme
donde él, me cogió y me quedé encima de él mientras me besaba la frente.
-Cariño… Vamos a tu habitación.- me dijo
mientras me bajaba de su cintura y me cogía de la mano dirección el ascensor
para ir a la habitación.
-¿Estas bien, papa?- le dije mientras le sacaba
sus lágrimas con mi dedo índice. Pero su respuesta fue un rechazo.
Llegamos a la habitación, me tumbé en la
cama, se sentó conmigo y empezó a decirme mientras me tocaba el pelo:
-Pequeña mía… Tu abuela… Tu abuela ha…
-¿Qué le ha pasado a la abuela, papá?
No me respondió. Simplemente bajó la mirada,
y esa expresión ya me la sabía. Cuando falleció a mi madre hizo lo mismo,
asique podía imaginarme la respuesta a mi pregunta sin decir nada.
-¿Ha muerto, verdad?
-Sí… Tú abuela sufría cáncer y nunca quiso
decirlo. Todos esos viajes que decía que hacía, eran mentira. Se pasaba todo el
año en el hospital y para no hacernos daño se lo inventaba todo… Y bueno…
-Papá, mamá murió también de cáncer.- le dije
mientras le cortaba la frase. Su mirada no fue sorprendente. Algo me decía que
él ya lo sabía…- Tú lo sabías, ¿verdad?
-Sí, pero me he enterado esta mañana junto a
la muerte de tu abuela. Ha fallecido esta noche en su casa. Ahora está en una
habitación del hospital, tercera planta. ¿Quieres ir a despedirte de ella?
-Sí.- le respondí a mi padre mientras me
levantaba de la cama e iba hacia la puerta. No tenía gran relación con mi
abuela, pero… Se ha muerto, y ya no me queda nada como una madre a la que
querer.
Ya había llegado a la tercera planta. Sin
ganas, sin ganas de vivir… Toqué la puerta y ahí estaba el abuelo de Álex.
-Hola, Alicia. Lo siento mucho.- me dijo el
viudo.
-Yo también lo siento…
-Aquí te dejo con ella, guapa.- me dijo
mientras me daba un último abrazo y se iba de la habitación.
Ahí estaba ella. Con los ojos cerrados.
Maquillada –como siempre- y tan guapa…
-Abuela. Sé que te has ido. Te has ido junto
a tu hija. Sé que no hemos pasado los mejores años de nuestras vidas juntas,
pero para lo poco que he estado contigo, no he podido pasármelo mejor. Has sido
una segunda madre. Yo… Te quiero. Y esto… Esto es un adiós.- le dije a mi
abuela mientras me acercaba a su oreja para decirle al oído por última vez que
la quería.
-Yo también te quiero, Alicia.
Sus palabras me hicieron sentir grande,
volver a vivir, volver a sonreír. ¡Mi abuela había hablado! ¡Estaba viva!
-¡Abuela, estas viva!
Pero la máquina que decía si respiraba o no,
decía que había fallecido totalmente con tan solo oír un pitido. Sus últimas
palabras fueron dedicadas para mí. No podía estar más feliz en estos momentos…
-Descansa en paz…
Entonces, puse en mi IPod Adiós de Maldita
Nerea y empecé a cantársela…
-Ni siquiera puedo consolarte, aunque no sé
lo que daría yo por retenerte al menos otro instante. El extraño soy yo aquí… diciendo
adiós. Te has marchado, ya
te has ido, y ahora sé lo que he perdido. Es el final que no quisimos, pero que
llegó, qué llegó al decir adiós... Mil lunas llenas por delante, excusas para
no aguardarte, nos queda al menos lo vivido y el decir adiós, sólo el decir
adiós…